Existe un extraño fenómeno que, según algunos científicos, tiene una clara explicación botánica. Me refiero a los llamados "corros de las brujas" (causados por los micelios o talos de los hongos) que ha generado una literatura fantástica a su alrededor, precisamente por su peculiar forma y por crecer en lugares que tradicionalmente están asociados a la presencia de brujas o de las hadas. Muchas leyendas populares y canciones de tiempos remotos vinculan a la Gente Menuda de las colinas con las setas, cuya súbita aparición y rápido crecimiento ha parecido un auténtico enigma al ser humano.
Tal vez por esta razón, la mentalidad popular los ha considerado de origen sobrenatural y, según las zonas geográficas, han recibido diferentes nombres. Desde "corros de brujas" hasta "anillos” o “rondas de las hadas" pasando por el de "círculos de los elfos".
En el folklore se habla con cierta frecuencia de estos círculos mágicos que durante siglos los agricultores han encontrado en sus sembrados o en el campo.
Así nos lo hace saber uno de los comunicantes de Walter Wentz (en su obra The Fairy-Faith in Celtic Countries), cuando después de tomar el té en las montañas de Howth, le lleva a un campo contigüo para mostrarle un "anillo de hadas", diciéndole:
Sí, las hadas existen y aquí las he visto bailar con frecuencia. La hierba nunca crece a gran altura en los bordes del anillo, pues sólo la más fina y corta crece en este lugar. En el centro, hay un círculo de setas de las hadas, en las que éstas toman asiento.
Anillos de los silfos
Como afirma el poeta alemán Heinrich Heine, autor de un libro sobre estos seres: "El baile es característico de los espíritus aéreos. Su naturaleza es demasiado etérea para que caminen prosaicamente sobre esta tierra como nosotros. Sin embargo, y a pesar de su delicadeza, sus pies dejan algunas huellas entre la hierba, donde han celebrado sus danzas nocturnas. Son unos círculos a los que el pueblo llama anillos de los silfos".
Cuando un campesino danés descubre uno de estos círculos al amanecer (allí llamados elf-dans) dice que han sido creados por los elfos al bailar durante la noche. En realidad, se hace eco de una vieja tradición que asegura que los hongos de estos corros señalan la linde del lugar favorito de las hadas para efectuar sus danzas nocturnas y, posiblemente, marquen la sutil entrada a sus moradas. El baile lo realizan siempre en círculo o en corro, pero dándose las espaldas. Este dato nos lo confirma John Beaumont quien dijo ser testigo de uno de estos acontecimientos:
"Yo vi bailar a alguna de ellas en un anillo del jardín y cantar cogidas de las manos, sin mirarse de frente, sino con las espaldas vueltas hacia el interior del círculo".
El Premio Nobel de Literatura, W.B. Yeats, dividía a estos seres en dos clases principales: hadas agrupadas y hadas solitarias. Eran precisamente las hadas diminutas (dentro de la gran familia de las hadas agrupadas) las que formaban los anillos feéricos con sus danzas y así celebraban el crecimiento de las flores.
¿Corros o huellas de OVNIs?
Este fenómeno no tienen nada que ver con los frecuentes y enigmáticos círculos que surgen en los sembrados de cereal de Gran Bretaña. No se parecen más que en su forma redondeada y sí se asemejan, en cambio, a algunas huellas que dejan los aterrizajes de supuestos OVNIS. En la zona chamuscada -de forma circular u ovalada- aparece una coloración de la hierba distinta a la del exterior de dicho anillo y se suele producir una alteración biológica en su interior, creciendo alguna clase de hongos de tamaño más grande de lo normal. Por esta razón, algunos especialistas los han llamado sencillamente "nidos".
Siempre ha habido quien ha intentado dar una explicación racional a estos extraños círculos surgidos de la noche a la mañana. Erasmus Darwin, abuelo del naturalista Charles Darwin, escribió en 1789 que todo se debía al efecto eléctrico del rayo al caer a tierra: "existe un fenómeno, al parecer de naturaleza eléctrica, que aún no se ha conseguido explicar: me refiero a lo que en lenguaje popular se llaman los corros de hadas, que con tanta frecuencia aparecen en los prados". Afirma que al ser el rayo atraído a la Tierra adquiere una forma casi cilíndrica y despide hacia el suelo un chorro de electricidad de dos a diez yardas de diámetro (una yarda, tanto inglesa como americana, equivale aproximadamente a un metro), pero sólo la parte exterior del cilindro quema la hierba.
Sin pretenderlo, lo que nos describe Darwin se asemeja sospechosamente a los llamados "efectos OVNI", a saber: huellas en el suelo y manifestaciones electromagnéticas que afectan a humanos, animales y plantas. Además, puestos a rizar el rizo, existen otras semejanzas de los tradicionales "corros de hadas" con los actuales avistamientos de OVNIS, como es la distorsión del tiempo o el "mising time" que sufren aquellos que penetran en uno de estos círculos alterados.
En una leyenda galesa se dice que uno de los dos amigos que iban paseando por el campo entra en una anillo feérico sin darse cuenta y desaparece de la vista de su compañero, quien atónito sólo escucha una música extraña que procede del interior del círculo, sin poder ver nada. El compañero es acusado del asesinato de su amigo pero, por fortuna, al cabo de un año convence a los jueces para que le acompañen hacia la zona donde vieron el anillo. Pone un pie dentro del mismo y logra sacar a su amigo que está enfebrecido bailando con unos hombrecitos diminutos. Le encuentra flaco y en un estado lastimoso, llevando todavía sobre el hombro el tonel que tenía cuando penetró en el círculo. Está convencido de que apenas habían trascurrido unos minutos y que el baile aún no había terminado...
Eso son los potentes efectos (tanto fisiológicos como temporales) que pueden causar en el ser humano cuando penetra en las fronteras de lo prohibido, en esos extraños y aparentemente inofensivos “corros de brujas”
Jesús Callejo.
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